
En los últimos tiempos recibímos mensajes de anónimos que avalan nuestro desempeño en el campo de juego. También hay, imposible negarlo, anónimos que cuestionan el comportamiento del grupo, o bien alguna de nuestras adicciones. Descartamos de plano adicciones tales como la del Beto, enfermo de las hojas de Malvón; el cuervo, quien ingresó en un Coma glucoso luego de ingerir dos paquetes de pastillitas La yapa, o el mismísimo Masi, que se dopa con pintura acrílica y Látex de exteriores.
La cuestión es que, más allá de todas estas expresiones ajenas y anónimas que hacen referencia a lo futbolístico, también nos llegan comentarios descolgados, pequeños párrafos que hacen referencia a emociones relacionadas con lo sexual y lo prohibido. Estos comentarios nos intrigan y nos llevan a pensar, a indagar si lo nuestro es sólo fútbol o algunos de los integrantes del equipo usan el poder de la camiseta para lucir sus más letales dotes de macho dominante.
Tenemos el caso del Tano, el goleador, quien segundos después de meter un gol mira en todas las direcciones esperando encontrarse con una mujer. Por suerte para nosotros, y para el correcto rendimiento del delantero, lo único que se ve en el predio de 7 y 625 son algunas chanchas encerradas y ovejas dispersas. Lo más parecido a una mujer es el culo blanco y lampiño del Beto.
Otro caso emblemático es el del Barny, el dié, el distinto (entiendasé por distinto talentoso, y no distinto en cuanto a motricidad y apariencia) un jugador ligado a la metrosexualidad por actitudes como el emparejamiento de su barba en forma recurrente, aritos, tatuajes, sus partes depiladas (ja), su vestimenta. Además, nobleza obliga, el delantero acarrea de nacimiento una belleza que en otros miembros del equipo pasó de largo. Para ejemplo alcanza con el cabezón, quien no contento con su rostro llegó a pronunciarse del siguiente modo: -está todo bien que la belleza me esquive, pero tampoco es para que me ligue toda la fealdad que andaba dando vuelta por ahí.
En resumen, y para graficar la aceptación del público femenino (o público en genreal) que genera el cuerpo del barny, citamos un escrito que nos llegó hace unos días, a saber:
Mágica ésfera
El otro día estuve en tu pecho.
Un sueño, probablemente.
Lo sé
Un sueño realizable
En tu pecho dibuje animalitos.
nubes despatarradas.
Mi dedo, torpe, pícaro, jugaba con tu pelo
tu interminable pelo de pecho enrulado.
Rubio
Días atras te vi en el campo de juego
esquivabas patadas, resistías estoico
Stocichkov
las manos en jarra, jadeante.
suplicando aire.
Te veo en cámara lenta
tu zurda, tu pecho, la pelota
tus pelotas.
Te espero en la lechería.
La Plata, agosto de 2009.
Enviado por Jennifer de calle 1 e/ 58 y 59 (...)
Y bueno, así estamos. Ganador nato el diez.

